Planifícalo con antelación
Si pensamos con anterioridad en el menú de nuestros hijos, será más fácil tener una visión global de aquello con lo que se van a alimentar y podremos pensar en las diferentes combinaciones de carnes, verduras y frutas que van a tomar.
Para que un plato sea considerado como completo, aproximadamente la mitad debe estar compuesto por vegetales. Cuanto más variados y coloridos mejor. Después de las frutas y verduras debemos tener en cuenta que, un cuarto del plato lo deben protagonizar las proteínas. Ahí entran en juego el pescado, el huevo, las legumbres, los frutos secos, etc. La última cuarta parte la deben completar los carbohidratos.
Elige bien las proteínas
Los más pequeños de la casa todavía están desarrollando su sistema digestivo, así que lo mejor es ofrecerles proteínas limpias y que ofrezcan poco trabajo a los riñones e hígado. En el mundo animal, las proteínas más limpias las encontramos en el pescado y el huevo. Acompañar las proteínas con vegetales ayuda a desechar mejor lo que no interesa.
Hace falta grasa, pero saludable
Las grasas son imprescindibles para un sano desarrollo, pero debemos tener mucho ojo. Siempre hay que optar por cocinar con aceite de oliva y por utilizar frutos secos, semillas, yema de huevo y frutas como el aguacate antes que por utilizar grasas trans y aceites vegetales refinados.
Siempre integral
ES más acertado optar por cereales integrales que por refinados. El arroz, pan, pasta y otros alimentos elaborados con cereales refinados aportan una energía menos densa a nivel nutricional. Mientras, los integrales, además de ser más interesantes a nivel energético, también poseen fibras y minerales.