El lavavajillas resulta ser un gran aliado en la cocina, especialmente en hogares con familias numerosas y más si se realizan dos (o más) comidas fuertes al día. Este electrodoméstico exige muy poco a cambio del tiempo y trabajo que nos ahorra: solamente mantener su higiene, cuidarlo para que la calidad de su tarea siga siendo la misma y que no se deteriore.

Para garantizar el buen rendimiento del lavavajillas hay que saber cómo usarlo correctamente, además de realizar una correcta limpieza periódicamente y otra a fondo, al menos una vez al año, para deshacernos de los restos que se acumulan en su interior, además de la suciedad y el moho. En este artículo os damos una serie de recomendaciones para cuidarlo y limpiarlo.

 

Fundamental para su cuidado: el correcto uso del lavaplatos

Antes de poner en marcha el lavavajillas, recuerda dejar correr un poco de agua caliente en el grifo del fregadero para asegurar su funcionamiento desde el primer momento con agua a alta temperatura, que favorece su limpieza y optimiza su rendimiento.

 Y antes de introducir la vajilla en este aparato, conviene darle un enjuague en el grifo para quitar los restos de comida que hubieran quedado adheridos: de no hacerlo, los desechará a través de los conductos y el filtro del propio lavavajillas, que pueden acumularse y obstruir esas mismas partes.

De ahí la importancia de limpiar el aparato con frecuencia: los conductos una vez a la semana con los productos que recomiende el fabricante y los filtros una vez cada tres meses (a pesar de que los modelos más modernos incluyen un sistema de autolimpieza de filtros).

A la hora de cargarlo se ha de seguir las instrucciones del manual del fabricante, aunque lo habitual es cargarlo al máximo para ahorrar energía y agua. Para optimizar su funcionamiento es importante colocar correctamente los platos, vasos, cubiertos y demás utensilios, es decir, dejando espacio suficiente entre ellos para que el agua alcance a todos los objetos. Para un correcto cuidado de platos, vajillas y demás elementos de cocina, se aconseja sacarlos del lavaplatos al finalizar el lavado: dejarlos dentro afecta a sus materiales.

También se aconseja usar sólo la cantidad de detergente que se indica y no echar ningún otro producto de limpieza a la vez, ya que los químicos pueden hacer alguna reacción negativa que estropee nuestra vajilla o el propio aparato.

 

Trucos para su cuidado diario

Usarlo con frecuencia: para conservar el lavavajillas limpio lo mejor es… usarlo con frecuencia. El uso continuado del aparato contribuye a su propia limpieza. En caso de que se forme una mancha grande podemos limpiarla nosotros mismos con un poco de detergente para platos y agua. En caso de dejarlo inactivo durante algún tiempo, cuando queramos volver a usarlo será conveniente realizar un prelavado antes de cargarlo para quitar la suciedad interna que pudiera haberse resecado.

Vinagre blanco para sacar brillo: para quitar la capa de minerales acumulados (debido a la dureza del agua) y sacar brillo al interior del lavavajillas basta con usar vinagre blanco. Para ello hay que verter media taza o vaso en su interior, en la parte inferior, cerca del agujero por donde se evacúa el agua del lavado y ponerlo a funcionar durante un ciclo entero a máxima temperatura.

Eliminar la humedad: para evitar que se forme moho en su interior hay que procurar abrirlo un rato después de cada lavado para que se seque un poco y así evitar que se concentre la humedad en su interior. En el caso de que se haya formado moho en su interior se recomienda realizar un lavado completo únicamente con blanqueador (sin ningún otro producto más).

 

Pasos para una limpieza profunda del lavaplatos

1. En primer lugar retira los platos, vasos, cubiertos y demás utensilios del lavavajillas, así como el filtro para lavarlo en el lavavajillas con algo de jabón y agua.

2. Realiza la solución limpiadora en una botella con boquilla de spray. Para ello mezcla vinagre blanco (un 70% aproximadamente), agua (el 30% restante) y 10 gotas de aceite cítrico.

3. Rocía bien el lavavajillas con la solución, asegurándote de cubrir bien todo: bandejas, compartimentos, partes móviles y piezas del interior. Deja reposar y actuar durante unos 15 minutos. Seguidamente lava con un ciclo completo de agua caliente.

4. Cuando el ciclo de lavado haya terminado, cubre la parte inferior del aparato con una buena cantidad de bicarbonato de sodio, que ha de reposar toda la noche. Por la mañana hay que realizar otro lavado con agua caliente.

5. En caso de que aún quede suciedad, repite el proceso con la misma solución utilizando paños húmedos y/o cepillos de dientes, según el área a limpiar.

6. En caso de que el hierro del agua haya causado manchas de óxido, lo mejor es usar un desoxidante soluble en el ciclo de enjuague con el lavavajillas vacío. Según se vaya llenando, abrimos el lavaplatos, añadimos media taza de desoxidante y dejamos que complete el ciclo. Si aun así persiste el problema, quizá sea mejor instalar un filtro de hierro en el sistema del agua. 

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